miércoles, 24 de octubre de 2012

La inmortalidad del alma, el origen de la doctrina


La inmortalidad del alma
el origen de la doctrina



“Ningún tema relacionado con la vida psíquica ha absorbido tanto la mente del hombre como el de su estado tras la muerte”

 
 
 
 
Un erudito y maestro de 70 años de edad es acusado de impiedad y de intentar corromper las mentes jóvenes con su enseñanza. Aunque hace una defensa genial ante el jurado, este lo declara culpable y lo sentencia a muerte, pues está predispuesto en contra de él. Apenas unas horas antes de su ejecución, el anciano maestro presenta a los alumnos congregados a su alrededor una serie de argumentos para corroborar que el alma es inmortal y que no hay que temer a la muerte.

2 El condenado es nada menos que Sócrates, renombrado filósofo griego del siglo V a.E.C.  1 Platón, uno de los discípulos, registra estos incidentes en sus escritos Apología y Fedón. Se considera que Sócrates y Platón fueron de los primeros en proponer la idea de la inmortalidad del alma. Pero ellos no la inventaron.

3 Como veremos, las raíces de la doctrina de la inmortalidad humana se remonta a tiempos antiguos. Sócrates y Platón, sin embargo, pulieron el concepto y lo transformaron en enseñanza filosófica, haciéndolo así más atractivo para las clases cultas de su día y del futuro.

De Pitágoras a las pirámides
4 Los griegos anteriores a Sócrates y Platón también creían que el alma sobrevive a la muerte. Por ejemplo, Pitágoras, el famoso matemático del siglo VI a.E.C., sostenía que el alma es inmortal y transmigra. Antes de él, Tales de Mileto, el más antiguo filósofo griego conocido, alegó que poseían el alma inmortal no solo los hombres, los animales y las plantas, sino también objetos tales como los imanes, ya que estos pueden mover el hierro. Los antiguos griegos afirmaban que las almas de los muertos cruzaban en barca el río Estigia para entrar en una inmensa región subterránea conocida como el reino de los muertos. Allí las almas eran sometidas a juicio y, o bien se las sentenciaba a sufrir tormento en una prisión de murallas altas, o bien se las destinaban a la felicidad absoluta del Elíseo.

5 En el siglo VII a.E.C., en Irán (o Persia), hacia el oriente de Grecia, vivió un profeta llamado Zoroastro, fundador de una forma de adoración que llegó a conocerse como zoroastrismo. Esta era la religión del Imperio persa, el cual dominaba el mundo antes de que Grecia se convirtiera en una potencia de primer orden. Las escrituras zoroástricas dicen: “En inmortalidad el alma del justo gozará para siempre de felicidad, pero en tormento el alma del mentiroso sin duda estará. Y estas leyes ha decretado Ahura-Mazda [que significa “un dios sabio”] en virtud de su autoridad soberana”.

6 La enseñanza de la inmortalidad del alma también formaba parte de la religión iraní prezoroástrica. Las tribus antiguas de Irán, por ejemplo, ofrendaban a los muertos alimento y ropa para el beneficio de sus almas en el reino subterráneo.

 7 La creencia en la vida después de la muerte era fundamentalmente en la religión egipcia. Los egipcios pensaban que Osiris, el soberano del mundo de ultratumba, sometía a juicio las almas de los fallecidos. Un papiro, que según se afirmaba, data del siglo XIV a.E.C. muestra a Anubis, dios de los muertos, guiando el alma del escriba Hunefer hasta Osiris. En uno de los dos platillos de una balanza se encuentra el corazón del escriba, que se representa su conciencia, y en el otro, la pluma que lleva en la cabeza la diosa de la verdad y la justicia. Otro dios, llamado Thot, anota el resultado: como el corazón de Hunefer no está cargado de culpa, pesa menos que la pluma, así que Hunefer tiene acceso al reino de Osiris y recibe inmortalidad. El papiro muestra asimismo a un monstruo de figura femenina junto a la balanza, preparado para devorar a los difuntos cuyo corazón no pasa la prueba. Los egipcios también momificaban a los muertos y conservaban los cuerpos de los faraones en pirámides impresionantes, pues creían que la supervivencia del alma dependía de la preservación del cuerpo.

8 De modo que varias civilizaciones de la antigüedad tenían una doctrina en común: la inmortalidad del alma. ¿La recibieron de una misma fuente?

El punto de origen
9 El libro The Religion of Babylonia and Assyria (La religión de Babilonia y Asiria) dice: “En el mundo antiguo […], Egipto, Persia y Grecia sintieron la influencia de la religión de Babilonia”. A continuación explica: “En vista de que el contacto entre Egipto y Babilonia fue temprano, como lo revelan las tablillas de Tell elAmarna, hubo muchísimas oportunidades de que los puntos de vista y costumbres babilónicas incidieran en los cultos egipcios. En Persia, el culto de Mitra revela la influencia inequívoca de los conceptos babilónicos […]. La gran mezcla de elementos semíticos tanto en la mitología griega primitiva como en los cultos griegos está reconocida hoy tan ampliamente por los entendidos que no hay nada que agregar. Para ser más específicos, estos elementos semíticos son principalmente babilónicos”.

10 Pero, ¿no difieren considerablemente la noción babilónica de lo que sucede tras la muerte y el concepto egipcio, persa y griego? Tomemos como ejemplo la Epopeya de Gilgamés. El anciano héroe de este poema babilónico, Gilgamés, angustiado por la realidad de la muerte, parte en busca de la inmortalidad, pero no la halla. Una mesonera que conoce en el viaje incluso le anima a aprovechar al máximo su vida, pues no va a encontrar la eternidad que persigue. La moraleja de la epopeya es que la muerte es inevitable y que la esperanza de la inmortalidad es una ilusión. ¿No indicaría esto que los babilonios no creían en el más allá?

11 El profesor Morris Jastrow, hijo, de la Universidad de Pensilvania (E.U.A.), escribió: “Ni el pueblo de los principales pensadores religiosos [de Babilonia] se plantearon jamás la posibilidad de que se aniquilara totalmente lo que había llegado a existir. La muerte [a su modo de ver] era un pasaje a otra clase de vida, y la negación de la inmortalidad únicamente recalcaba la imposibilidad de eludir la muerte y el consiguiente cambio de existencia”. En efecto, los babilonios también creían que después de la muerte continuaba alguna clase de vida. Una manifestación de esta creencia era una costumbre de enterrar objetos juntos a los muertos para que los utilizaran en el más allá.

12 Está claro que la enseñanza de la inmortalidad del alma se remonta a la antigua Babilonia. Según la Biblia, libro que se caracteriza por su exactitud histórica, la ciudad de Babel, o Babilonia, fue fundada por Nemrod, un bisnieto de Noé2. Después del diluvio universal del tiempo de Noé, solo existía un idioma y una religión. Al fundar la ciudad y edificar una torre en ella, Nemrod dio inicio a otra religión. El relato bíblico muestra que tras la confusión de lenguas que tuvo lugar en Babel, los frustrados constructores de la torre se dispersaron para comenzar una vida nueva, y se llevaron consigo su religión (Génesis 10:6-10; 11:4-9). Así se esparcieron por toda la faz fe la Tierra las enseñanzas religiosas babilónicas.

13 Según la tradición, Nemrod sufrió una muerte violenta. Era de esperarse que después de su muerte los babilonios lo tuviesen en gran estima por haber sido su fundador, edificador y primer rey de su ciudad. Como al dios Marduk (Merodac) se le consideraba el fundador de Babilonia, algunos eruditos piensan que se trata de una deificación de Nemrod. Si así es, la idea de que el hombre tiene un alma que pervive después de la muerte, debe haber sido común al menos para las fechas en que murió Nemrod. En cualquier caso, las páginas de la historia revelan que, después del Diluvio, la enseñanza de la inmortalidad del alma nació en Babel, o Babilonia.

14 Pero, ¿cómo llego a ser una doctrina fundamental de la mayoría de las religiones actuales? En la siguiente sección se analiza su penetración en las religiones orientales.

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1-3. ¿Cómo propusieron Sócrates y Platón la idea de la inmortalidad del alma?
4. ¿Qué pensaban los griegos anteriores a Sócrates sobre el más allá?
5, 6. ¿Cuál era el concepto persa del alma?
7, 8. ¿Qué creían los antiguos egipcios sobre la supervivencia del alma tras la muerte del cuerpo?
9. ¿Qué religión influyó en la antigüedad en Egipto, Persia y Grecia?
10, 11. ¿Qué noción tenían los babilonios respecto a la vida después de la muerte?
12-14. a) ¿Dónde nació, después del Diluvio, la enseñanza de la inmortalidad del alma? b) ¿Cómo se esparció por toda la tierra?

viernes, 14 de septiembre de 2012


 Tomado del Folleto "¿Que nos sucede cuando morimos?"


¿Hay vida después de la muerte?

“Existe esperanza hasta para un árbol. Si es cortado, todavía brota de nuevo […]. Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir?”

 En una funeraria de Nueva York, amigos y parientes desfilan silenciosos ante el ataúd abierto para contemplar el cadáver del joven de 17 años. Sus compañeros de escuela casi no lo reconocen. La quimioterapia le provocó la caída del pelo y el cáncer le hizo perder peso. ¿Es posible que ese sea su amigo? Hace apenas unos meses, rebosaba de ideas, de preguntas, de energía, de vida. La acongojada madre del joven trata de hallar esperanza y consuelo en la idea de que, de algún modo, su hijo sigue viviendo. Repite una y otra vez entre sollozos lo que le han enseñado: “Tommy es más feliz ahora. Dios quería que estuviera con él en el cielo.”

2 A 11.000 kilómetros de distancia, en Jamnagar (India), los tres hijos de un empresario de 58 años ayudan a colocar el cadáver de su padre en una pira funeraria. Bajo el brillante sol de media mañana, el hijo mayor inicia la ceremonia de la incineración. Prende fuego a la leña con una antorcha y derrama una mezcla aromática de especies e incienso sobre el cuerpo sin vida de su padre. El chisporroteo de la leña queda ahogado por las voces de los brahmanes, que recitan mantas en sánscrito. Una de estas fórmulas sagradas, traducida, dice: “Que el alma que nunca muere siga esforzándose por convertirse en parte de la realidad suprema”.

3 Mientras observan la cremación, los tres hijos se preguntan: “¿Creo en la vida después de la muerte?”. Como se han educado en diferentes lugares del mundo, sus respuestas son distintas. El menor confía en que su amado padre se reencarne y disfrute de una posición social más elevada. El de en medio cree que los muertos están, en cierto modo, dormidos, que no son conscientes de nada en absoluto. El mayor sencillamente se esfuerza por aceptar la realidad de la muerte, pues piensa que nadie sabe con certeza lo que nos sucede cuando morimos.

Una pregunta con muchas respuestas
4 La pregunta “¿hay vida después de la muerte?” ha concertado a la humanidad por milenios. “Ante pregunta tan directa hasta los mismo teólogos quedan perplejos”, dice Hans Küng, erudito católico. A través de los tiempos, gente de todas las sociedades se ha planteado la cuestión, y ha habido numerosas respuestas.

5 Muchos cristianos nominales creen en el cielo y el infierno, mientras que los hindúes tienen fe en la reencarnación. En cuanto a la idea musulmana, Amir Muawiyah, ayudante en un centro religioso islámico, dice: “Creemos que habrá un día de juicio después de la muerte, en el que nos presentamos ante Dios, Alá, como si acudiéramos ante un tribunal”. Según la fe islámica, Alá evaluará entonces el comportamiento de cada persona y la enviará al paraíso o al infierno.

6 En Sri Lanka, tanto budistas como católicos dejan las puertas y ventanas abiertas de par en par cuando hay una defunción en la familia. Encienden una lámpara de aceite y colocan el ataúd con los pies del fallecimiento en dirección a la puerta principal. Piensan que con estas medidas se facilita la salida de la casa al espíritu, o alma, del difunto.

7 Los aborígenes australianos, según Ronald M. Berndt, de la Universidad de Australia Occidental, creen que “el espíritu de los seres humanos es indestructible”. Ciertas tribus africanas piensan que después de la muerte, la gente común se convierte en fantasmas, mientras que las personas prominentes llegan a ser espíritus ancestrales, los cuales, como lideres invisibles de la comunidad, merecen que se les honre y se les suplique.

8 En algunos países, las creencias respecto a las supuestas almas de los muertos son una mezcolanza de tradiciones locales y cristianismo nominal. Por ejemplo, muchos católicos y protestantes del África occidental siguen la costumbre de cubrir los espejos cuando muere alguien, para que nadie mire en ellos y vea el espíritu del difunto. Mas adelante, cuarenta días después del fallecimiento del ser querido, los familiares y amigos celebran la ascensión de su alma al cielo.

Un punto en común
9 Las respuestas a la pregunta de qué sucede cuando morimos son tan diversas como las costumbres y creencias de la gente. No obstante, casi todas las religiones coinciden en un punto fundamental: Hay algo dentro del hombre –llámese alma o espíritu- que es inmortal y sigue viviendo tras la muerte.

10 La doctrina de la inmortalidad del alma es mas prácticamente universal en los miles de religiones y sectas de la cristiandad. Es asimismo un dogma oficial del judaísmo. En el hinduismo constituye el fundamento de la enseñanza de la reencarnación. Los musulmanes creen que el alma llega a existir a la vez que el cuerpo, pero sobrevive a la muerte de este. Otras religiones, como el animismo africano, el sintoísmo e incluso el budismo, enseñan variaciones sobre esa misma creencia.

11 Algunos opinan, por el contrario, que la vida consciente finaliza al morir. La idea de que la vida emocional e intelectual subsiste en un alma impersonal y etérea separada del cuerpo les parece irrazonable. Miguel de Unamuno, escritor y erudito español del siglo XX, escribió: “Creer en la inmortalidad del alma es querer que el alma sea inmortal, pero quererlo con tanta fuerza que esta querencia, atropellando a la razón, pasa sobre ella”. Entre los que negaron la inmortalidad personal se encuentran los célebres filósofos de la antigüedad Aristóteles y Epicuro, el médico Hipócrates, el filósofo escocés David Hume, el docto hispanoárabe Averroes y el primer jefe de gobierno de la India independiente, Jawaharlal Nehru.

12 La pregunta, pues, es la siguiente: ¿Tenemos o no un alma inmortal? En caso de que el alma no sea inmortal, ¿cómo es posible que tal enseñanza falsa sea parte integrante de la mayoría de las religiones actuales? ¿De dónde surgió la idea? Por otro lado, si el alma deja de existir en la muerte, ¿qué esperanza hay  para los muertos?

13 ¿Podemos encontrar respuestas fidedignas y satisfactorias a estas preguntas? Sí. En las siguientes páginas se contestarán estas preguntas y otras más. En primer lugar, veamos cómo nació la doctrina de la inmortalidad del alma.


Para contestar:


1-3. ¿Cómo tratan de consolarse muchas personas cuando pierden a un ser querido?
4. ¿Qué pregunta ha inquietado al hombre a través de los tiempos?
5-8. ¿Qué enseñan diversas religiones respecto a la vida después de la muerte?
9, 10. ¿En qué doctrina fundamental coinciden casi todas las religiones?
11. ¿Cómo consideran algunos eruditos la idea de la inmortalidad del alma?
12, 13. ¿Qué preguntas importantes surgen con relación a la enseñanza de la inmortalidad del alma?